Ramón Soler, Psicólogo
Las manías y obsesiones pueden llegar a condicionar gravemente la vida de las personas. ¿Cómo son las personas maniáticas?
Muchas de las personas que
acuden a una consulta psicológica llegan desesperadas por no poder dominar
pensamientos o actitudes obsesivas que controlan sus vidas. ¿Es TOC o
simplemente tiene rasgos de persona maniática? Te cuento el caso real de
Danielle, una persona controlada por las manías que no llegaba a cumplir los
criterios clínicos para ser diagnosticada como TOC (Transtorno Obsesivo
Compulsivo). ¿Cómo es el perfil de una persona maniática?
EL PERFIL DE LAS PERSONAS
OBSESIVAS
Daniella era una mujer
controlada por sus manías. Al principio, sus preocupaciones se centraban en
pequeños detalles como usar siempre el mismo tenedor o colocar en un cierto
orden las pinzas de la ropa. Más adelante, se le sumaron algunas obsesiones más
llamativas y su problema se agravó hasta el punto de haber perdido a varias
parejas porque no soportaban algunas de sus manías.
Con frecuencia, como en el
caso de Daniella, las personas con tendencia a obsesionarse:
·
Suelen ser muy inteligentes.
·
Poseen una mente muy activa que siempre está
ocupada pensando y planificando todos los detalles.
·
También se da una inclinación hacia el
perfeccionismo en personas de gran inteligencia o Altas Capacidades.
·
Desde pequeños, estos niños y niñas, para
sentirse seguros y controlar su nivel de ansiedad, buscan en su vida la
simetría y el equilibrio. Por ejemplo, ordenan las pinzas por colores, las
coletas tienen que llevarlas a la misma altura, tiran un dibujo si no les ha
salido perfecto o se frustran muchísimo si no encuentran la última pieza para
completar un puzzle.
·
Si estos pequeños no tienen un acompañamiento
emocional adecuado que les haga sentirse seguros y que les enseñe a manejar su
frustración y a relativizar si algo no sale como lo han planeado, pueden
radicalizar su búsqueda de la perfección hasta caer en auténticas obsesiones.
CÓMO CONTROLAR LAS
OBSESIONES
Aprender a relativizar,
trabajar la flexibilidad y rebajar el nivel de exigencia son las claves para
dejar de estar gobernados por esta parte controladora de la mente.
Una de las preocupaciones de
Daniella era que su hija de cuatro años estaba imitando algunos de sus
comportamientos. Me decía: “Veo cosas en mí que son repeticiones de lo que
hacía mi madre. Ahora me estoy dando cuenta de que mi hija es igual de
preocupona que yo y no quiero que ella aprenda mis obsesiones. Quiero que ella
crezca libre de todo esto”.
La tranquilicé explicándole
que las obsesiones no se transmiten genéticamente, sino que se aprenden. Es
cierto que existe un componente genético en la inteligencia y que un rasgo
frecuente en personas inteligentes es la inclinación a preocuparse en exceso y
la búsqueda de la perfección. Pero, la forma, equilibrada o extremista, de
sobrellevar estas tendencias se aprende según como funcione el entorno y el
modelo familiar. También le aclaré que si las obsesiones se deben a un mal
aprendizaje, siempre hay tiempo de desaprenderlas y buscar una manera más sana
de relacionarnos con ellas.
En la educación de estos
niños resulta fundamental, además de ofrecerles una poderosa sensación de
protección y seguridad, ayudarles a encontrar un equilibrio entre la búsqueda
de la excelencia y la realidad, para que no se radicalicen y alimenten las
obsesiones.
Por supuesto, esforzarse por
dar lo mejor de uno mismo y no conformarse con la mediocridad resulta muy
positivo, pero siempre hay que mantener la cordura y el control para que las
obsesiones no acaben por dominar la vida.
TERAPIA PARA REDUCIR LAS
OBSESIONES
En terapia, parte del trabajo
se centró en ayudar a Daniella a rebajar su preocupación a unos niveles
soportables. Para lograrlo, uno de los aspectos en los que hicimos más hincapié
fue el de aprender, tanto a relativizar las situaciones, como a flexibilizar su
postura.
Solemos centrarnos en
nuestra forma particular de ver las cosas, creyendo que es la única y la mejor,
pero tenemos que trabajar para ampliar nuestro campo de visión y considerar
otras alternativas. Quizá en estas otras opciones encontremos nuevos
aprendizajes interesantes y enriquecedores para nuestra vida.
Para ayudarla a Daniella a
aprender a relativizar y flexibilizar, además el trabajo que realizábamos en
terapia, su pareja se implicó en su sanación.
·
Comenzó a “provocarla” con pequeños retos
diarios que la empujaban a reflexionar sobre sus manías.
·
Añadía algún nuevo ingrediente a las recetas
habituales, cambiaba el orden de los colores de los calcetines en el cajón o
modificaba las rutas de sus paseos para ayudar a Daniella a lograr este cambio
mental que tanto le costaba.
En su terapia, también nos
centramos en bajar el nivel de autoexigenciay de búsqueda de la perfección. No
pasa nada si no todo está ordenado y emparejado.
Resulta imposible lograr la
perfección, por lo tanto, relajemos nuestra mente y nuestro nivel de
autoexigencia.
Poco a poco, con su trabajo
en terapia y con la inestimable ayuda de su pareja, Daniella logró ir dejando
de lado sus obsesiones para llegar a un nivel más equilibrado en el que era
ella la que las controlaba, en lugar de estar dominada por ellas.
Evidentemente, prefería seguir comiendo con su tenedor favorito y lo hacía
siempre que podía, pero ya no le preocupaba usar otro si el suyo estaba sucio.
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