viernes, 20 de enero de 2023

LA OSTEOPATIA Y SU EFECTIVIDAD EN EL TRATAMIENTO DE LOS SÍNDROMES DE DOLOR PÉLVICO CRÓNICO

 

[ REVISIÓN SISTEMÁTICA ]

Rafael Valls Úbeda (PT, DO).

Del 23 de noviembre de 2019.

Introducción: El dolor pélvico crónico (DPC) es un cuadro clínico de diagnóstico complejo, frecuentemente de etiología múltiple, en el que se pueden solapar diferentes causas y conlleva una importante afectación de la calidad de vida.

Es recomendada una intervención multidisciplinar para su tratamiento, donde el osteópata, mediante su visión holística del paciente, y la aplicación del diagnóstico y tratamiento manual osteopático, pudiera ayudar a la reducción o eventual eliminación del dolor pélvico en dichos pacientes.

Objetivos: Valorar la eficacia del tratamiento osteopático y terapia manual en los síndromes de dolor pélvico crónico, su evaluación e intervención.

Material y métodos: se incluyen en la revisión ensayos clínicos y revisiones sobre la efectividad del abordaje manual en el DPC desde 2005 hasta octubre de 2019 de las siguientes bases de datos: PubMed, PEDro, Cochrane, Lilacs, Scielo, Scopus, Cinahl y Osteopathic Research web.

La búsqueda se realizó mediante la combinación múltiple de diferentes descriptores como prostatitis, dolor pélvico, dolor de cintura pélvica, dolor crónico, dolor musculoesquelético, dolor nociceptivo, manipulaciones musculoesqueléticas y medicina osteopática. Fueron seleccionados estudios es las principales lenguas europeas, y su calidad fue analizada mediante las escalas Jadad (ensayos) y AMSTAR (revisiones).

Resultados: Nueve ensayos clínicos aleatorizados y siete  revisiones sistemáticas se incluyen en la revisión. El dolor pélvico crónico es evaluado con escalas visuales del dolor y cuestionarios validados específicos para cada síndrome en sí. De manera directa o indirecta se evalúa el componente psicológico del dolor y su influencia en la calidad de vida.

El tratamiento osteopático y de terapia manual parece ayudar a la disminución del dolor, con un abordaje osteopático que incluya técnicas de manipulación del tejido conectivo y la visión holística clásica de dicho enfoque.

Conclusiones: Estos hallazgos preliminares apoyan el uso del tratamiento osteopático y deterapia manual para la disminución del dolor en pacientes con algunos de los síndromes del dolor pélvico crónico. La evidencia sigue siendo aún limitada, por lo que son necesarios un mayor número de ensayos clínicos de alta calidad, con una evaluación a “doble ciego” y con mayor número de pacientes.

INTRODUCCIÓN

El dolor es una de las causas más frecuentes por las que se busca ayuda sanitaria, siendo el dolor crónico la principal causa de sufrimiento y discapacidad en el mundo.

El dolor pélvico crónico (DPC) es definido por la asociación europea de urología como “el dolor crónico o persistente percibido en estructuras relacionadas con la pelvis bien sea en varones o mujeres. Está frecuentemente asociado con consecuencias negativas cognitivas, comportamentales, sexuales y emocionales, así como síntomas sugestivos de disfunción del tracto urinario inferior, sexual, intestinal, suelo pélvico o ginecológicas”.

El DPC tiene una duración igual o superior a 6 meses de forma persistente o recurrente. En mujeres, el DPC es una de las manifestaciones clínicas más comunes en la endometriosis, aunque con frecuencia no puede ser identificada una etiolología específica, y es conceptualizado como una alteración compleja neuromuscular-psicosocial consistente con un síndrome de dolor crónico regional o un síndrome de dolor funcional somático. En hombres ha venido relacionándose con la prostatitis, incluso se ha llamado síndrome de DPC a la prostatitis crónica/tipo III, aunque no sólo la prostatitis es responsable de dicha sintomatología, condiciones dinámicas o funcionales cómo la disfunción muscular pélvica, puntos gatillo miofasciales, neuralgias o síndromes somáticos funcionales se pueden encontrar detrás de dicho dolor.

La Asociación Europea de Urología clasifica el DPC en distinto síndromes atendiendo a la causa que lo provoca. De esta forma, los síndromes de DPC pueden ser de tipo urológico, ginecológico, gastrointestinal o tener su origen en el sistema musculo-esquelético.

Dentro de los síndromes urológicos se encuentran los de dolor prostático, de la vejiga, escrotal, testicular, epididimal, del pene, uretral y escrotal post-vasectomía. Dentro de lo síndromes ginecológicos se encuentran los de dolor vulvar, vulvar generalizado, vulvar localizado, vestibular, clitoral, endometriosis, pélvico con exacerbaciones cíclicas y la dismenorrea. Dentro de los síndromes de dolor pélvico gastrointestinal se encuentran el intestino irritable y el de dolor anal crónico intermitente. Por último alteraciones del sistema músculo-esquelético de tipo síndrome de dolor muscular del suelo pélvico o del dolor coxígeo pueden ser la causa principal de DPC.

La prevalencia del DPC en mujeres se encuentra entre 6,4 % y 25,4% dependiendo del país. En el caso de España, se ha reportado una prevalencia del 22,8% de la población general entre 18 y 65 años de la provincia de Málaga, 30,9 % mujeres y 15,6% hombres.

Esto apunta a que existe una alta prevalencia, siendo las mujeres las que se ven afectadas más frecuentemente. El coste económico generado por este trastorno es comparable al de otras enfermedades crónicas. El impacto negativo generado a nivel psicológico es considerable, siendo común encontrar asociados trastornos de depresión y/o ansiedad.

La calidad de vida se ve ampliamente mermada, y el dolor aumentado muchas veces como consecuencia de la catastrofización de dicho dolor. La historia clínica y el examen físico constituyen la parte más importante para la evaluación y el diagnóstico del paciente con DPC. Son de utilidad el uso de escalas del dolor y cuestionarios. El objetivo es identificar los factores que contribuyen a dicho dolor y tratar

cada uno de ellos. Las pruebas complementarias para el diagnóstico dependerán de la historia y los hallazgos en el examen físico. Las técnicas de imagen principalmente usadas son la ecografía o la resonancia magnética, que pueden ser de ayuda a la hora de identificar la causa del dolor o evitar una posible cirugía. El tratamiento está enfocado a la causa en el caso de que haya podido ser determinada, aunque normalmente es requerido un abordaje multidisciplinar debido a su compleja etiología.

El osteópata como parte de ese equipo multidisciplinar puede ayudar, englobando el aspecto neuro-musculo-esquelético y visceral a reducir el dolor crónico de dichos pacientes y a mejorar de la calidad de vida.

Se han realizado algunas revisiones sistemáticas en las que se relaciona el tratamiento osteopático con el dolor pélvico en mujeres embarazadas, con el dolor lumbar no específico, en trastornos ginecológicos y obstétricos y con el dolor de origen musculoesquelético. Una revisión sistemática centrada en el componente miofascial del dolor pélvico crónico concluyó que el tratamiento miofascial manual era una alternativa eficaz en el abordaje multidisciplinar de dichos pacientes. No se ha encontrado ninguna revisión que haya abordado los síndromes de DPC como tal y el tratamiento osteopático o manual. Es por ello que se pretende revisar sistemáticamente los estudios que aborden la eficacia del tratamiento osteopático o terapia manual en sujetos que padecen algún síndrome de DPC, donde se identifique el síndrome de DPC estudiado, su evaluación, protocolo de tratamiento y técnicas manuales u osteopáticas aplicadas, así como la calidad de los ensayos clínicos realizados y de las revisiones sistemáticas llevadas a cabo.

MATERIAL Y MÉTODOS

Se realizó un proceso de búsqueda bibliográfica en las siguientes bases de datos: MEDLINE (PubMed), PEDro, Biblioteca Cochrane, CINAHL Plus, Scopus, Lilacs, Scielo y Osteopathic Research Web desde el año 2005 hasta octubre de 2019, que incluyera revisiones previas y/o ensayos clínicos aleatorizados controlados (ECA) en pacientes afectos de algún síndrome de DPC. Múltiples términos de búsqueda y descriptores del medical subject headings (MeSH) fueron usados: “pelvic pain” “chronic pelvic pain”, “pelvic floor pain”, “dysmenorrhea”, “prostat*”, “bladder pain”, “coccy*”, “gynecolog*”, “irritable bowel syndrome”, “endometriosis”, “vulvodynia”, “osteopath*”, “manual therapy”, “physiothera*”, “physical therapy specialty”, “musculoskeletal manipulations”, “massage”, “chiropra*” en diferentes combinaciones con los operadores booleanos OR y AND. Se limitó la búsqueda a artículos en las principales lenguas europeas (inglés, español, francés, alemán, portugués e italiano). Las referencias de los artículos fueron examinadas para la recuperación de artículos pertinentes al objetivo, así cómo la búsqueda en internet a través de google académico de literatura “gris” relevante.

Criterios de selección

Fueron incluidos revisiones previas y/o ensayos clínicos aleatorizados controlados en pacientes afectos de algún síndrome de DPC de los descritos por las directrices de la Asociación Europea de Urología desde el año 2005 hasta la actualidad, donde se realice una evaluación del dolor pélvico pre y postratamiento, para testar la eficacia y/o efectividad de la intervención y en la cual se aplique un tratamiento osteopático o de terapia manual en sujetos adultos, además de presentar una puntuación mínima de 3 en la escala Jadad para los ensayos clínicos y “calidad moderada” en la escala AMSTAR 2  para las revisiones sistemáticas. Se excluyeron los artículos en mujeres embarazadas y en los que el dolor no sea ubicado/localizado en la región pélvica.

Evaluación de la calidad metodológica

Se realizó una evaluación de la calidad metodológica de los artículos mediante la escala Jadad para los ECA y la herramienta AMSTAR 2 para las revisiones sistemáticas respectivamente.

Extracción de datos

Los datos que fueron extraídos de los ECA incluían el síndrome de DPC estudiado, los autores y año de publicación, la intervención realizada, método de evaluación del dolor, número de sujetos, resultados, puntuación en escala Jadad y conclusiones del estudio. Respecto a las revisiones sistemáticas se extrajeron los datos referentes al síndrome de DPC estudiado, los autores y año de publicación, número de estudios incluidos en la revisión, resultados, calidad según AMSTAR 2  y conclusiones.

RESULTADOS

Tras la aplicación de los criterios de inclusión/exclusión, 16 artículos en total fueron recuperados para su revisión. Nueve ECAs fueron incluidos en la revisión. Los síndromes estudiados fueron el dolor coxígeo, dolor prostático, dolor de vejiga, dolor muscular del suelo pélvico, dismenorrea y el síndrome de DPC en general. Los estudios presentan una muestra de 40 a 102 sujetos. Sólo un estudio incluye hombres y mujeres en la evaluación del síndrome de dolor urológico. Dos estudios evalúan únicamente a mujeres, aunque potencialmente podían ser incluidos hombres.

En el síndrome de dolor coxígeo no se identifica el sexo de los sujetos incluidos. En todos los ECAs se realiza una evaluación del dolor. Las técnicas de tratamiento son manipulativas, miofasciales o ambas, integradas en un tratamiento osteopático global. La calidad metodológica según Jadad es de 3 para todos los ECA, por la ausencia de doble ciego, salvo en el estudio de Molins-Cubero S, cuyo valor es 5.

En cuanto a las revisiones sistemáticas siete fueron incluidas. Los síndromes de DPC estudiados fueron la dismenorrea, el síndrome de dolor vulvar/vaginal, el síndrome de intestino irritable y el síndrome de dolor coxígeo. Cuatro revisiones incluyeron sólo ECA.

En concreto, se trata de revisiones sobre dismenorrea y síndrome de intestino irritable.

La revisión sobre el síndrome de dolor coxígeo es la que contiene un mayor número de estudios en total, concretamente 7. Todas realizan un análisis descriptivo de los estudios excepto el un estudio sobre la dismenorrea, que realiza también un metaanálisis incluyendo 3 de los 4 ECAs. La calidad metodológica es moderada según la herramienta AMSTAR 2 en todas las revisiones.

DISCUSIÓN

Existe un considerado número de estudios en los que los distintos síndromes de DPC son abordados mediante terapia manual u osteopatía, aunque su calidad metodológica es baja. Muestra de ello son los veinte estudios que en total fueron descartados por este motivo. De los ECA incluidos, tan sólo unoobtiene 5 puntos en la escala Jadad. El no realizar una descripción adecuada del método de aleatorización fue una de las causas principales para no alcanzar los criterios de inclusión en la revisión. Excepto el ECA citado anteriormente50, el resto tienen una puntuación de 3. El diseño de ensayos clínicos a “doble ciego” para evaluar la eficacia de la terapia manual supone siempre un desafío; saber hasta qué punto puede desconocer un osteópata para qué está aplicando una técnica determinada y aislar los efectos específicos achacables al tratamiento manual suelen ser los principales motivos. En cuánto a la metodología de las revisiones sistemáticas, según la herramienta AMSTAR 2, ninguna tiene algún error crítico que haga dudar de sus resultados, aunque a su misma vez, ninguna tampoco carece de más de un fallo menor, de ahí el resultado de calidad moderada. En relación a la evaluación del dolor, todos los ECA usan la escala visual del dolor en alguna de sus variantes, con puntuación de 0 a 10 o de 0 a 100, a excepción de Marx S, donde en sus estudios sobre el síndrome de dolor prostático usa escalas específicas para ello, pero incluye el índice de síntomas de prostatitis crónica del Instituto Nacional de Salud (NIH-CPSI), que evalúa en uno de sus apartados la localización, la severidad y la frecuencia del dolor. El componente psicológico del dolor en los síndromes de DPC es evaluado en todos los ensayos clínicos, bien de una forma directa, con la escala de catastrofismo ante el dolor (PCS) o con el FABQ-PA para evaluar las creencias de miedo-evitación de la actividad, o bien, de una forma indirecta con preguntas recogidas dentro de otros cuestionarios como el cuestionario de salud en su versión corta el SF-12  utilizado en dos estudios o en su versión larga el SF-36, utilizado en uno; tan sólo un ensayo clínico, por las características del estudio, no evalúa el dolor desde dicha perspectiva.

Síndrome de dolor coxígeo

Tan sólo un ECA y dos revisiones sistemáticas,han sido incluidas. Los estudios al respecto son escasos, heterogéneos y de baja calidad metodológica. Las técnicas aplicadas son la manipulación y movilización del cóccix intrarectal y masaje de la musculatura involucrada en la disfunción. El tratamiento osteopático de casos traumáticos recientes, de forma individualizada, centrados en la recuperación de la funcionalidad, con una visión global del problema y con atención a los factores psicológicos, parece ser un enfoque plausible en este síndrome.

Dismenorrea

Es el síndrome de DPC del que más estudios se incluyen en la revisión. Se trata de 3 ECA y 2 revisiones sistemáticas. Los estudios en general valoran de forma positiva la terapia manual-osteopatía para el tratamiento del dolor en la dismenorrea, a excepción de una revisión sistemática. Pudiera ser quizás porque se evalúa sólo la manipulación vertebral o porque la revisión incluye también pacientes afectos de dismenorrea secundaria. Aunque son necesarios estudios con mayor calidad metodológica, especialmente el cegamiento de los evaluadores, el tratamiento osteopático con la aplicación tanto de técnicas de tejido blando cómo manipulativas, parece ser efectivo para la disminución del dolor en pacientes con dismenorrea primaria como síndrome de DPC. El número de tratamientos, frecuencia y efectividad a largo plazo está por determinar, aunque todos tienen en cuenta el ciclo menstrual para cuando aplicar el tratamiento.

Síndrome de dolor prostático

En tres de los estudios se incluye también el síndrome de dolor de vejiga. A pesar de la limitación en cuanto el número de pacientes de dichos estudios, podríamos sugerir una serie de tratamientos osteopáticos que incluya técnicas miofasciales de abordaje interno, además de enseñar adecuadamente y de manera individualizada técnicas de autotratamiento, así como la inclusión de ejercicios/estiramientos para realizar en casa que trabajen el control y fortalecimiento muscular. Un periodo de tratamiento de 8 a 12 semanas con 5 a 10 sesiones de tratamiento osteopático podría ser considerado. Cabe resaltar los buenos resultados a largo plazo, de hasta 5 años.

Síndrome de dolor de vejiga y síndrome de dolor muscular del suelo pélvico.

Desarrollado por dos ECAs, aunque el síndrome de dolor muscular del suelo pélvico sólo se ha considerado en mujeres. En dichos ECAs se emplea la manipulación del tejido conectivo con atención a los puntos gatillo, cicatrices y bandas de tensión en la zona abomino-pélvica, incluyendo técnicas intrarectales e intravaginales, elongación de la musculatura y relajación postisométrica. Ambos incluyeron ejercicios/estiramientos individualizados para realizar en casa. Este protocolo de tratamiento con terapia miofascial podría tener efectos beneficiosos en dichos síndromes, mejorando la calidad de vida de los sujetos.

Síndrome de intestino irritable

Ningún ECA ha cumplido los criterios de inclusión, aunque sí dos revisiones sistemáticas que incluyen sólo ECAs. Según dichas revisiones, la evidencia existente es limitada por el hecho de que hay pocos estudios, su tamaño muestral es reducido, aunque su calidad metodológica es aceptable. Existe heterogeneidad en la evaluación y las intervenciones, así como resultados similares en grupos experimentales y grupos control. El tratamiento osteopático con técnicas viscerales y técnicas para la regulación del sistema nervioso vegetativo podría ayudar con la sintomatología a corto-medio plazo pero son necesarios más ensayos con mayor número de pacientes que lo corroboren.

Síndrome de dolor vulvar/vaginal – dispareunia

Una revisión incluye sólo un ECA, pero todos los estudios concluyen una mejora en el apartado del dolor en el índice de función sexual femenina (FSFI), considerado el “gold standard” para medir la función sexual en mujeres. Las técnicas empleadas son principalmente el masaje intravaginal y técnicas miofasciales. Es aún necesario una mayor investigación al respecto con estudios de mayor calidad metodológica para establecer conclusiones.

Síndrome de dolor pélvico crónico

Sólo un ECA considera todas las diferentes variantes del síndrome de DPC, en las que se escogen sólo mujeres pero que además tengan miedo al movimiento, cuyo criterio es que obtengan una puntuación mayor de 33 en la escala para cinesofobia de Tampa. El estudio pone de manifiesto la importancia psicológica en estos síndromes y cómo el trabajo multidisciplinar en combinación con un psicólogo en este caso puede reforzar el efecto beneficioso que de por sí obtenemos con el tratamiento osteopático-manual. Podría suponer conseguir una mejora durante un plazo más largo y que aumente la funcionalidad de las mujeres con este síndrome.

CONCLUSIONES

Sólo se han realizado ensayos clínicos aleatorizados que cumplan cierta calidad metodológica de algunos síndromes de DPC. En la revisión realizada, la dismenorrea aparece como el síndrome con mayor número de estudios con una calidad metodológica aceptable. No se han hallado ensayos clínicos que cumplan los criterios seleccionados de otros síndromes de DPC, como pudieran ser la endometriosis o el dolor testicular. En todos los síndromes se realiza una evaluación del dolor acompañada de valoraciones más específicas del síndrome en sí, que evalúan los aspectos psicológicos y emocionales, así como la calidad de vida.

Esto pone de manifiesto la importancia del enfoque multidisciplinar del problema. El tratamiento osteopático de los síndromes de DPC revela el componente miofascial de los mismos. Es común el uso de técnicas de manipulación del tejido conectivo tanto externas como internas por vía intravagina/intrarectal, sin perder la globalidad del paciente, clásica del enfoque osteopático. El tratamiento por lo general dura varias semanas o incluso meses, pero no es posible especificar un periodo de tiempo exacto. En general, es necesaria la realización de mayor número de ECAs, con un mayor número de pacientes y mejor calidad metodológica, atendiendo al aspecto del “doble ciego” y correcta aleatorización, que permitan corroborar los resultados favorables que la osteopatía parece arrojar en la mejora del dolor en los síndromes de DPC.

La evidencia todavía es limitada, aunque con unos hallazgos preliminares positivos que dependerán de la calidad y cantidad de la investigación osteopática para su confirmación.

RECUERDEN;

Dentro de la osteopatía no entendemos de enfermedades ni lesiones como tal y por tanto no las tratamos, de lo que hablamos es de alteraciones estructurales o problemas de restricciones de movilidad o funcionales en el cuerpo que son las bases de la Osteopatía y este no es un caso distinto a otros tantos en los que ayudamos a la gente con sus problemas.

Un estudio biomecánico profundo por parte del Osteópata, podrá determinar el origen de dicho dolor, y aplicando las correcciones osteopáticas oportunas, eliminar o mitigar los dolores en el peor de los casos, siempre que la estructura sea el origen de la causa.


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