lunes, 6 de junio de 2022

LA OSTEOPATIA Y LA EFECTIVIDAD DEL TRATAMIENTO MANIPULATIVO OSTEOPÁTICO EN PACIENTES CON DISMENORREA PRIMARIA

 



[ REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA ]

Regina Chiarelli (PT, DO). Del 16 de noviembre de 2020

Introducción. La Dismenorrea Primaria (DP) es la afección ginecológica más frecuente en mujeres de edad reproductiva (67%-90%). Es considerada incapacitante, afectando negativamente la vida personal y siendo la principal causa de absentismo escolar o laboral (34-50%).

Si bien el tratamiento de elección en la actualidad es el farmacológico, presenta efectos adversos no deseados, por lo que resulta importante conocer la efectividad de otros tratamientos no invasivos para la salud de la mujer, como es la Osteopatía.

Objetivos. Evaluar la efectividad del tratamiento manipulativo osteopático (TMO) en relación al dolor y la discapacidad en mujeres con DP.

Material y métodos. Se realizó una búsqueda bibliográfica entre los meses de Marzo a Agosto de 2020, en las bases de datos Pubmed, Medline, Physiotherapy Evidence Database (PEDro), Cochrane y ScienceDirect. Se seleccionaron ensayos clínicos con una puntuación en la escala PEDro mayor o igual a 5 y series de casos con una puntuación en la escala MINCIR mayor o igual a 11, publicados en inglés y español, que cumplieran con el objetivo de la revisión.

Resultados. Se seleccionaron 10 estudios que cumplieron con los criterios de inclusión y fueron incluidos en la revisión (muestra total de 866 participantes). Los efectos del TMO inmediato para el dolor en DP (1 ciclo menstrual) estuvieron disponibles en 4 estudios, a corto plazo (hasta 3 ciclos menstruales) en 5 estudios y a largo plazo (hasta 12 ciclos menstruales) en 1 estudio.

Conclusiones. De acuerdo al análisis de los estudios incluidos en esta revisión, se puede demostrar que actualmente no existen evidencias suficientes que garanticen la efectividad del TMO para la DP. Si bien la mayoría de los estudios muestran beneficios y cambios en los síntomas de dolor y discapacidad que presentan las jóvenes, éstos presentan baja calidad de evidencia. Sería interesante para futuras investigaciones mejorarlos, realizar estudios pragmáticos y un seguimiento más adecuado al de los estudios existentes.

INTRODUCCIÓN

La dismenorrea es el problema ginecológico más común en las mujeres de todas las edades y razas.

Según la fisiopatología, puede subclasificarse en Dismenorrea Primaria (DP) o Dismenorrea Secundaria (DS). La DP es definida como calambres espasmódicos dolorosos en la parte inferior del abdomen antes y/o durante la menstruación, que suele comenzar en la adolescencia, menarquia o poco después, generando dolor intenso el primer o segundo día menstrual e inclusive hasta 72 h. Los síntomas pueden irradiarse a la espalda y muslos, provocar náuseas, vómitos, diarrea, dolores de cabeza o calambres musculares.

Se manifiesta en ausencia de cualquier patología pélvica a diferencia de la DS, que puede originarse a partir de ciertas afecciones como endometriosis, adenomiosis, fibromas (miomas) y enfermedad inflamatoria pélvica.

La prevalencia varía, con estimaciones entre el 67% al 90% entre las mujeres de 17 a 24 años.

El dolor intenso que limita las actividades diarias es del 7%-41%4, considerándose la principal causa de absentismo escolar o laboral (34-50%), con un estimado del 10-30% de todas las mujeres que trabajan o estudian, perdiendo de 1 a 2 días hábiles por mes, siendo el equivalente de una pérdida anual de 600 millones de horas de trabajo, pudiendo traer consecuencias económicas graves a nivel mundial.

Genera un impacto negativo en la vida personal en general, provocando problemas para dormir y en adolescentes predispone a un mayor riesgo de depresión y ansiedad afectando al funcionamiento físico y psicosocial.

Se la considera un factor de riesgo para desarrollar trastornos del dolor, con síntomas irritantes (urgencia, frecuencia) que se perciben en la vejiga y la región pélvica, denominado síndrome de dolor vesical (BPS)

pudiendo estas mujeres, tener más riesgo de desarrollar dolor pélvico persistente.

El diagnóstico médico habitual de la dismenorrea según las guías clínicas, incluye la consideración de los antecedentes clínicos, ginecológicos, familiares y psicosociales para determinar si el paciente tiene DP o síntomas sugestivos de DS. Cuando un paciente presenta DP no es necesario un examen pélvico. Las pruebas de imágenes de la pelvis con ecografía es la modalidad de preferencia e indicada para detectar las posibles etiologías de la DS y como complemento un estudio laparoscópico podría ser útil para hallazgos comunes como endometriosis u otras causas de dolor pélvico crónico.

Además, el diagnóstico osteopático conlleva distintas pruebas como inspección y evaluación postural, disfunción somática que incluye palpación de la anomalía en la textura del tejido, asimetría de posición, restricción del movimiento y sensibilidad (TART), test de movilidad, presencia de puntos reflejos de Dejarnette, neurolinfáticos de Chapman y zonas reflejas de tejido conjuntivo, entre otras pruebas de confiabilidad desconocida.

Con respecto al tratamiento, existe evidencia de la eficacia del tratamiento farmacológico habitual, que incluye medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y anticonceptivos orales de estrógeno-progestina10.

Si bien los AINEs son más efectivos que el placebo, tienen efectos secundarios gastrointestinales y presentan resistencia al consumo por parte de algunas mujeres. Se ha demostrado además, que el consumo de 25-hidroxi vitamina D y colecalciferol oral presentó efectos beneficiosos en la disminución del dolor y los suplementos dietarios, así como la suplementación de vitamina D, vitamina E y jengibre, parece que reducen significativamente la gravedad de la dismenorrea.

Existen también otros tipos de terapias en el tratamiento de la DP que incluyen el ejercicio terapéutico, ejercicio aeróbico, estimulación transcraneal de corriente continua, estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS), termoterapia y TENS, acupresión, acupuntura, fisioterapia y terapia multimodal que combina manipulación espinal, estimulación nerviosa eléctrica transcutánea y calor.

El objetivo primario de esta revisión fué evaluar la efectividad del tratamiento manipulativo osteopático (TMO) en relación al dolor y la discapacidad en mujeres con DP, y a nivel secundario observar la eficacia de la TMO en relación a los síntomas asociados de la DP, además de conocer y comparar otros tipos de abordajes existentes para esta patología.

MATERIAL Y MÉTODOS

Diseño del estudio

Se realizó una revisión bibliográfica de la literatura sobre la efectividad del TMO en mujeres con DP entre los meses de Marzo a Agosto de 2020.

Estrategia de búsqueda

Las bases de datos utilizadas fueron Pubmed, Medline, Physiotherapy Evidence Database (PEDro), Cochrane y ScienceDirect, con estudios publicados en inglés y español. Las palabras clave utilizadas fueron dysmenorrhea,

“osteopathic manipulation”, “spinal manipulation”, “musculoskeletal manipulation” y massage que en función de cada base de datos, se adoptó una combinación diferente, unidas a través de operadores booleanos AND y OR. Las combinaciones fueron: dysmenorrhea*, “primary dysmenorrhea*”, dysmenorrhea AND “osteopathic manipulative treatment”, dysmenorrhea OR “spinal manipulation”, dysmenorrhea OR “osteopathic manipulation”, “manipulative therapy” AND “primary dysmenorrhea”, dysmenorrhea AND “spinal manipulation”, dysmenorrhea AND massage. Se utilizó también el termino MeSh de Pubmed para dysmenorrhea, spinal manipulation y osteopathic manipulation.

Criterios de selección

Los criterios de inclusión fueron ensayos clínicos aleatorizados (ECA) sobre la efectividad del TMO en mujeres con DP con escala PEDro igual o mayor a 5 puntos, ensayos clínicos (EC), estudios piloto y serie de casos donde se apliquen TMO en mujeres con DP con escala de MINCIR igual o mayor a 11 puntos, estudios con tamaño muestral de al menos 10 sujetos por grupo, estudios en los que se incluyan mujeres con DP entre 14-49 años de edad, estudios en los que se traten a mujeres con DP leves o moderadas diagnosticadas de acuerdo con la guía de consenso de DP (Burnett M. 2017), estudios donde las mujeres presenten ciclos menstruales regulares y estudios publicados en inglés y español.

Fueron excluidos aquellos estudios donde las mujeres utilizaban método anticonceptivo DIU (dispositivo intrauterino), estudios donde las mujeres presentaban DS o graves diagnosticadas, estudios donde las mujeres hayan recibido tratamiento osteopático en los 3 meses previos al reclutamiento para el estudio, estudios donde las mujeres presentaban cirugías previas y estudios con tratamiento enfocado al dolor pélvico de forma general, sin ser específico de la DP.

Evaluación de la calidad y extracción de datos

Se utilizó la escala PEDro para evaluar la calidad de los ensayos clínicos, mientras que la escala MINCIR fue utilizada para los estudios piloto y estudios de serie de casos.

A partir de los estudios seleccionados, se extrajo de cada uno de ellos, la referencia bibliográfica, muestra participante, intervenciones aplicadas, evaluaciones y los resultados obtenidos.

RESULTADOS

Se seleccionaron 10 estudios que cumplieron con los criterios de inclusión y fueron incluidos en la revisión (muestra total de 866 participantes). De los cuales eran ECA, EC, estudio piloto y serie de casos.

Los resultados del tratamiento con efecto inmediato (1 ciclo menstrual) estaban disponibles en 4 estudios, los efectos a corto plazo (hasta 3 ciclos menstruales) en 5 estudios y a largo plazo (hasta 12 ciclos menstruales) en 1 estudio.

La terapia de manipulación espinal (TME) fue utilizada en dos estudios. Hondras en el año 1999, realizaron un ECA ciego al evaluador, en 138 mujeres entre 18-45 años, donde se les aplicó al grupo intervención, una manipulación de alta velocidad y baja amplitud (HVLA) en los niveles vertebrales entre T10 a L5-S1 y las ASI, frente a un grupo control que recibió HVLA en los niveles vertebrales L2-L3 izquierdo. Este estudio que duró 3 ciclos menstruales, no pudo demostrar diferencias en ambos grupos para la escala analógica visual (EVA) en TME (10.09, 7.77 y 5.30) y MBF (8.01, 11.14 y 7.62), ni para los niveles plasmáticos del metabolito de prostaglandina F2a, 15-ceto-13,14-dihidro-prostaglandina F2a (KDPGF2a) en TME (4,29, 3,90 y 1,71) y MBF (10,99, 2,57 y 2,97).

Holtzman en el año 2008, realizaron una serie de casos prospectivos, en 14 sujetos entre 23-40 años, donde se les aplicó TME en la columna lumbosacra sobre una mesa de caída, que a diferencia del estudio anterior, se demostraron cambios favorables utilizando el intervalo de confianza (IC) al 95%, en el dolor abdominal general (ciclo 1: 1.4-5.0 y ciclo 2: 1.0-3.2) y dolor lumbar (ciclo 1: 2.1-4.1 y ciclo 2: 1.4-4.0). No así para el dolor abdominal bajo que las mejoras dependían del sujeto y del ciclo.

Años después, se investigó sobre la eficacia de una técnica de manipulación global pélvica (MGP) en el dolor lumbo-pélvico y en algunos biomarcadores nociceptivos. El estudio piloto de Molins-Cubero en el año 2012, se realizó en 20 sujetos entre 18-40 años, donde se les aplico MGP en las articulaciones sacroilíacas (ASI) bilateralmente y en la articulación L5-S1, frente a un grupo de manipulación simulada.

Demostraron utilizando el IC al 95%, mejorías a favor del grupo intervención en el umbral de dolor a la presión (UDP) para ambos ASI siendo más efectivo en el lado derecho (-0.29 ± 0.24) que el izquierdo (-0.13 ± 0.13), pero no obtuvieron cambios en el dolor lumbo-pélvico percibido en ambos grupos (Intervención: 5.75 ± 10.88) y Control: (- 0.2) ± 6.32), ni para los variables estudiadas adrenalina (P= 0.932),noradrenalina (P= 0.058), dopamina (P= 0.795) y serotonina (P= 0.086).

Más adelante, Molins-Cubero  en el año 2014, realizaron un ECA más complejo que incluyó 40 sujetos (30 ± 6,10 años), dando como resultado en el grupo intervención, una disminución en la percepción del dolor (P= 0.004; F (1,38) a 9,62; R2 0,20) y aumento del PPT de ambos ASI, en el lado derecho (P= 0,001; F (1,38) a 21,29; R2 0,35) y en el lado izquierdo (P= 0,001; F (1,38) a 20,63; R2 0,35). Si bien no hubo diferencias para los niveles plasmáticos de catecolaminas (adrenalina P= 0.123; noradrenalina P= 0.281; dopamina P= 0.173), si los había para los niveles de serotonina (P= 0.045).

Schwerla, en el año 2014, fueron los únicos en realizar un ECA pragmático multicéntrico, para investigar la efectividad de una serie de tratamientos osteopáticos (TO). Se incluyeron 60 mujeres (edad media 30 años) que se las aplicó TO (técnicas directas, indirectas, viscerales y/o craneales), frente a un grupo control que no recibió tratamiento. Como resultado utilizando IC al 95%, la intensidad del dolor menstrual (API) disminuyó en el grupo de intervención de 4.6 a 1.9 y de 4.3 a 4.2 en el grupo control, la duración del dolor disminuyó en el grupo de tratamiento de 4.5 a 2.2 días y aumentó de 4,6 a 4,8 días en el grupo de control. Hubo un impacto positivo en la calidad de vida y menor ingesta de AINEs en el grupo TO.

Ortiz, en el año 2015, realizaron un ECA prospectivo, experimental, de grupos paralelos, para evaluar la eficacia un programa de fisioterapia basado en el ejercicio físico. Fueron seleccionadas 160 participantes a la población por protocolo, donde el grupo intervención realizó estiramientos generales (10’), estiramientos específicos (10’), pedestrismo (10’), ejercicios de Kegel (10’) y ejercicios respiratorios (10’), y el grupo control no recibió tratamiento. Como resultado, disminuyó significativamente el dolor en el grupo de fisioterapia para el 2 (21-25.3) y 3 (72-86.7) ciclo menstrual (p <0.05).

La manipulación del tejido conectivo (MTC) se utilizó en los estudios de Demirtürk, en el año 2016, quienes realizaron un EC correlacional intervencionista en 45 sujetos, donde un grupo recibió MTC y el otro grupo recibió reflexología podal (RP). Se demostró que no hubo diferencias en términos de dificultad en actividades deportivas (MTC: 8.65–1.73 y RP: 7.99–2.03), sociales (MTC: 8.03–2.38 y RP: 8.05–1.82) y la concentración en tareas (MTC: 8.66–1.95 y RP: 7.8 – 2.08) (p> 0.05). Ambos tuvieron mejoras significativas en los cambios dependientes del tiempo en la duración del dolor menstrual (MTC: 11.15–18.22 y RP: 16.1–20.78) y la cantidad de analgésico ingeridos (MTC: 0.93–1.22 y RP: 0.53–0.74) (p <0.05).

Por otro lado Ozgul, en el año 2018, realizaron un ECA en 59 mujeres mayores de 18 años, donde el grupo intervención recibió MTC y asesoramiento de estilo de vida, comparado con un grupo control que solo recibió asesoramiento de estilo de vida. Se demostró que hubo una mejoría estadísticamente significativa a favor del grupo MTC para la intensidad del dolor menstrual MTC (1.6-4.0) y GC (-0.2- -0.1) p=0,001; catastrofización del dolor menstrual en turco (PCS) en MTC (6.0-20.7) y GC (-5.7- -2.0) p=0,001; uso de medicamentos MTC (0.2-2.0) y GC (0-0) p=0,001 y cuestionario en turco de los síntomas menstruales (MSQ) en MTC (14.7- 25.0) y GC (-5.0- -3.2) (p=0,001).

Fallah, en el año 2018, realizaron un ECA en 85 sujetos entre 15-18 años que fueron divididos en 4 grupos, un grupo masaje, un grupo de ejercicios de estiramientos específicos, un grupo que recibió la combinación de masajes y estiramientos y un grupo control que no recibió tratamiento.

Este estudio realizado durante 2 ciclos menstruales, dio como resultado que la realización de actividad física regular, redujo significativa el índice de frecuencia de dolor (PRI), EVA y la intensidad del dolor menstrual (PPI) en los grupos de masaje (14.68 ± 9.35; 4.58 ± 2.76; 4.53 ± 2.7) estiramiento (15.5 ± 9.5; 4 ± 2.4; 4 ± 2.4) y combinado (15.2 ± 7.6; 4.2 ± 2.1; 4.2 ± 2.1) en comparación con el grupo control (24.053 ± 7.9; 6.5 ± 2.1; 6.6 ± 2.1), respectivamente.

Por ultimo el ECA de Chen, en el año 2019, fue realizado para evaluar la efectividad de un programa de ejercicios de estiramiento modificado (EEM), donde se seleccionaron 211 sujetos de edades medias de 21,26 años. El grupo intervención recibió 10’ de calentamiento, 30’ de ejercicios para el dolor de espalda y 10’ de ejercicios de relajación, y el grupo control no recibió tratamiento. Como resultado al 1, 4, 8 y 12 meses de estudio, el grupo intervención tuvo puntuaciones EVA más bajas que el grupo control (0.73, 1.96 p = 0.039, respectivamente) y puntuaciones ODI (Oswestry Low Back) más bajas (0,68, 2,03 p <0,001, respectivamente).

A los 4 y 12 meses el grupo intervención mostró autoeficacia significativamente mayor en el ejercicio que el grupo de control (–6,87, 0,62 p = 0,003, respectivamente).

DISCUSIÓN

En la mayoría de los estudios incluidos en esta revisión, hubo una reducción significativa del dolor y la discapacidad que provoca la DP, pero los mismos presentan un alto riesgo de sesgo y defectos metodológicos.

Con respecto a la TME, Hondras, no pudieron corroborar que existan beneficios en su aplicación, como sí lo habían investigado años anteriores Kokjohn, y Boesler.

Posteriormente Holtzman, demostraron resultados positivos, pero al ser un ensayo de baja calidad de criterio metodológico se pone en dudas su efectividad. Por otro lado, se estudió el impacto de una técnica de MGP en DP por Molins-Cubero, quienes a pesar de obtener efectos positivos, presento un número reducido de pacientes en estudio por lo que no se pueden garantizar sus beneficios.

Más adelante, Molins-Cubero, realizaron un ECA más complejo, observándose mejorías en los valores estudiados, pero no controlaron la ingesta de AINE, por lo que podría haber afectado los resultados.

Revisiones sistemáticas de Proctor y Abaraogu, tampoco pudieron asegurar su efectividad y recomiendan investigación con mejoras en la calidad del diseño del ensayo. Schwerla, fueron los únicos en plantear una serie de tratamientos osteopáticos, si bien esta metodología pragmática tiene lo bueno de no limitar el ensayo al efecto de una sola intervención. Este estudio presenta alto riesgo de sesgo y falta de comparación con un grupo placebo. La MTC también se utilizó como tratamiento.

Demirtürk, la compararon con el efecto de la RP, brindando efectos positivos en ambos grupos de intervención, por lo que no demostró que MTC sea más efectiva que otra intervención. Y Ozgul, compararon el efecto de la MTC frente al ejercicio físico regular, mostrando efectos positivos en el grupo intervención, pero sólo se evaluó 1 ciclo menstrual y presentó un porcentaje alto de pérdidas de sujetos, por lo que su efectividad a largo plazo sería incierta.

Fallah, realizaron un ECA para comparar los efectos del masaje, estiramientos y la combinación de ambos frente a un grupo control, y demostró que hubo una reducción significativa en los síntomas para los grupos intervención, pero el grupo control no recibió tratamiento, por lo que no se lo pudo comparar con un efecto placebo.

Dos ECA combinaron técnicas de estiramiento general, especifico y de relajación frente a un grupo que no recibió tratamiento, donde se mejoraron significativamente los síntomas a favor del grupo de intervención quien realizaba ejercicio físico de manera regular. Ortiz, no tuvieron buena calidad metodológica ni seguimiento adecuado y Chen, si bien fueron los únicos en realizar un seguimiento de 12 meses. Los participantes en ese lapso de tiempo se perdieron, además de que en ambos estudios tampoco se controló con un grupo placebo.

Por ultimo, 4 artículos mostraron efectos positivos en los grupos de intervención pero con resultados en solo 1 ciclo menstrual, poniendo en duda si realmente TMO es efectivo en pacientes con dolores persistentes. En varios estudios no hubo comparación con grupo placebo, viéndose afectados los resultados.

Los tamaños muestrales fueron deficientes, por lo que no existe certeza de que la TMO funciona, y además en 3 estudios hubo una pérdida de sujetos mayor al 30%, lo que indica que los diseños deberían ser más complejos y con un seguimiento más adecuado.

CONCLUSIONES

De acuerdo a los resultados analizados en los artículos incluidos en esta revisión, se demuestra que actualmente no existen evidencias suficientes que garanticen la efectividad del TMO para la DP. Si bien, la mayoría de los estudios muestran beneficios y cambios en los síntomas de dolor y discapacidad que presentan las jóvenes.

Sin embargo, no pueden tenerse en cuenta por la baja calidad de evidencia científica (pequeños tamaños muestrales, no se comparan grupos placebo, alto riesgo de sesgos y seguimiento a corto plazo), por lo que sería interesante para futuras investigaciones, mejorar su calidad, realizar estudios pragmáticos y un seguimiento más efectivo al de los estudios realizados.

RECUERDEN;

Dentro de la osteopatía no entendemos de enfermedades ni lesiones como tal y por tanto no las tratamos, de lo que hablamos es de alteraciones estructurales o problemas de restricciones de movilidad o funcionales en el cuerpo que son las bases de la Osteopatía y este no es un caso distinto a otros tantos en los que ayudamos a la gente con sus problemas.

Un estudio biomecánico profundo por parte del Osteópata, podrá determinar el origen de dicho dolor, y aplicando las correcciones osteopáticas oportunas, eliminar o mitigar los dolores en el peor de los casos, siempre que la estructura sea el origen de la causa.


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