sábado, 1 de mayo de 2021

FALSO MITO "EL DE QUE LA CELULITIS NO PUEDE EVITARSE NI TRATARSE EFICAZMENTE MÁS QUE DE FORMA AGRESIVA".


 La idea de que la celulitis no puede evitarse ni tratarse eficazmente más que de forma agresiva está muy extendida pero no es real por mucho que la padezcan hoy entre el 85% y el 95% de las mujeres. Es verdad que se trata de un problema complejo, pero sí puede prevenirse, ralentizarse su aparición y afrontarla de muchas maneras.  Especialmente si un entiende por qué aparece, algo que la mayoría de las mujeres ignora al igual que muchos médicos. Como ignoran las múltiples posibilidades terapéuticas que existen por la sencilla razón de no se explican en las facultades de Medicina. Hoy vamos hablar sobre la obra del Dr. José Luis Cidón, que ha escrito la obra más completa publicad nunca sobre la celulitis.

El Dr. José Luis Cidón, es Doctor en medicina y cirugía. Dr. en Ciencias Biológicas y Presidente del Instituto Hispano-Americano de Investición y Desarrollo en Medicina Biológica. Experto universitario en Ingeniería Biomédica, Homeopatía, Homotoxicología, Nutrición Ortomolecular, Neuralterapia, Ozonoterapia y Acupuntura y profesor en la Universidad de Alcalá de Henares. Autor de centenares de trabajos científicos publicados.

Todo el mundo sabe lo que es la celulitis aunque no sepa explicar lo que ocurre a nivel fisiológico. Y todos sabemos igualmente que afecta sobre todo a las mujeres constituyendo a menudo un problema que va mucho más allá de lo estético; lo que no está tan claro es si puede evitarse, ralentizarse su manifestación o incluso afrontarla terapéuticamente con éxito.

Afecta a más del 85% de las mujeres, aunque el porcentaje difiere según los países y continentes. Y eso demuestra que el ambiente, la nutrición y el estilo de vida marcan la diferencia. Apareciendo incluso en mujeres delgadas. En el caso de los hombres suele ir asociado a una insuficiencia androgénica o a hipogonadismo aunque también aparece en quienes reciben estrógenos al ser tratados de cáncer de próstata.

En las mujeres aunque las hormonas y la genética juegan un papel fundamental es evidente que no se debe solo a ello porque si así fuera no habría mujeres sin celulitis…y las hay. Lo que se sabe seguro es que empieza con un deterioro de la dermis y de los capilares que hace que los vasos sanguíneos y linfáticos se dilaten y la sangre permanezca más tiempo en ellos aumentando su permeabilidad. Algo da lugar a edemas en el tejido conjuntivo subcutáneo y acumulación de trasudados plasmáticos y proteínas como las fibrinas y  globulinas. El caso es que el tejido adipos se modifica por a poco y los adipocitos o células grasas se acumulan- formando unos islotes que no se distribuyen homogéneamente- y comprimen los vasos sanguíneos y nervios del tejido conjuntivo subcutáneo. Todo ello hace que el drenaje linfático no sea el adecuado acumulándose en la zona productos de desecho y toxinas y, como consecuencia, una polimerización de los mucopolisacáridos que componen la dermis y la hipodermis; me refiero al ácido hialurónico y al condroitín sulfato, compuestos sensibles a variaciones endocrinas.

En suma, el intercambio de células grasas es cada vez más difícil al ser el líquido seroso más denso, los adipocitos no puedan nutrirse y las sustancias de desecho y las toxinas no puedan ser expulsadas del organismo. Situación ante la cual los fibroblastos incrementan la síntesis de proteínas fibrosas- como la elastina, el colágeno y los mucopolisacáridos- lo que termina formando una matriz compacta que llega a oprimir las terminaciones nerviosas provocando dolo; sabiéndose que se está en esa fase porque la celulitis tiene forma rugosa. Es cuando se forman vacuolas grasas a causa del exceso de triglicéridos en los nódulos que, a su vez, terminan uniéndose formando macronódulos. Se completa así la desestructuración del tejido subcutáneo.

La celulitis no tiene que ver con la obesidad, aunque haya obesos con celulitis. No es una forma de obesidad. En la obesidad simplemente aumenta el número y tamaño de las células adiposas pero no hay cambios estructurales, inflamatorios, histoquímicos, morfológicos y bioquímicos como en la celulitis. En esta caso la piel es áspera y/o rugosa, ha aumentado su consistencia, al pellizcarla aparece el conocido aspecto de “piel de naranja” y puede doler.

En suma se sabe cómo se desarrolla la celulitis pero, ¿por qué?

Desde un punto de vista convencional se barajan diversas hipótesis: factores vasculares, cambios en la arquitectura de la piel, alteraciones en los septos de los tejidos conectivo y factores inflamatorios.

Los factores vasculares en la celulitis se produce una anomalía en el control de los esfínteres precapilares arteriolares del interior del tejido graso que altera la permeabilidad capilar dando origen aun edema del área afectada y a la deposición del glucosaminoglicanos hiperpolimerizados en las paredes capilares de la dermis y dentro del tramado de colágeno y elastina cuyas propiedades hidrofílicas conducen a aumentar el edema y la presión intersticial. El incremento de la lipogénesis- problamente debido a los estrógenos-, la prolactina y los carbohidratos así como la resistencia a la lipólisis a causa de la hipoxia que provoca hipertrofia adipocitaria, que se añade a la hipetrofia e hiperplasia de las fibras reticulares periadipocitarias dando origen a la formación de micronódulos. Se observa además adelgazamiento y esclerosis de los septos fibrosos del tejido graso superficial y de la dermis profunda cuya consecuencia visible es el típico aspecto acolchado de la superficie de la piel.

La razón de que la celulitis se manifieste especialmente entre las mujeres- y en porcentajes muy elevado- es hormonal y se debe tanto a la progesterona como a los estrógenos. La progesterona potencia la acumulación de grasa y los estrógenos la retención de líquidos. Incidiendo el uso de anticonceptivos orales porque provocan una importante retención de líquidos a nivel intersticial con edemas endotelial que puede dar lugar a lipolinfedema y, antes o después, a la lipodistrofia. Se habla asimismo de factores metabólicos porque la obesidad, la diabetes y los trastornos hepáticos pueden alterar el drenaje linfático y provocar trastornos circulatorios que ayuden a la aparición de la celulitis. Y puede haber susceptibilidad genética; de hecho hay mayor predisposición entre los europeos y las personas de raza negra que entre los chinos y los indios.

También decir que tenemos un grabe problema porque en la actualidad  existen más de un millar de sustancias químicas en el medio ambiente que ejercen efectos nocivos. Desde el bisfenol A de los plásticos pasando por los bifenilos policlorados, el plomo, el mercurio – muy presente en los mariscos, el pescado y las vacunas-, las dioxinas, el pesticida DDT, el arsénico, el cadmio, la atrazina y los alquilfenoles.

Pues bien, todo indica que en el caso de las mujeres pueden provocar celulitis y un sinfín de enfermedades más.

Para prevenir la celulitis al igual que otras enfermedades, lo inteligente sería prevenir prohibiendo los tóxicos que hoy envenenan el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemos, la ropa que vestimos y los miles de productos tóxicos que usamos en la vida diaria, pero eso requiere la adopción de medidas políticas que nadie afronta por nuestros representantes políticos se supeditan siempre a los intereses de las grandes industrias. 

Dejar de tomar toxinas y empezar drenando y detoxificando el hígado y los riñones, son unas medidas para tratar la celulitis. Complementar con Drenaje Linfático de  3 a 10 días.

Comer básicamente alimentos frescos de temporada y ecológicos- preferiblemente crudos o en su defecto cocinados al vapor, hervidos o a la plancha en utensilios de acero inoxidable y  sin superar los 100º-, comiendo despacio y masticando bien, eliminando de la dieta las bebidas azucaradas y alcohólicas así como los productos refinados, la carne roja, los lácteos y los derivados de origen animal, evitando las situaciones de estrés, realizando una actividad física acorde con la edad y la situación personal, durmiendo de seis a ocho horas diarias, bebiendo solo agua de mineralización débil sin gas y tomando todos los días algún caldo depurativo de verduras y hierbas entre comidas.

Frutas y verduras aparte -absolutamente necesarias- es asimismo recomendable la ingesta de cardo mariano, lecitina, diente de león y Lepidium latifolium. En cuanto a suplementos Vitamina A, B2,B3, B6, B8,  C y E.


FUENTE: REVISTA DISCOVERY DE SALUD

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