¿Hay que tomar fruta entre
horas o después de comer? ¿se debe hacer cinco comidas al día?
Hoy desmontamos algunos de
los principios alimenticios más aceptados.
Existe nuevas tendencias que
rompen con mitos tradicionales de la nutrición. Por ejemplo, Jesús Domínguez,
naturópata y asesor nutricional de Mi Ayuno, ha elaborado una lista con las
verdades y falsedades que se siguen muchas veces en la alimentación y que
pueden conducir a una alimentación no tan sana como pensamos. Domínguez es el
promotor del programa Mi Ayuno, que ofrece seis días de ayuno y senderismo en
un entorno ideal para la desconexión. Este programa tiene como objetivo depurar
el organismo, encontrar el bienestar general, rehidratar la piel, reducir el
estrés, cargar las pilas, ayuda a dejar de fumar... Además, se combina con
otras actividades y servicios que aportan una alimentación sana y un descanso
óptimo, lo que favorece la depuración del organismo, por dentro y por fuera.
1. Hay que comer 5 veces al
día: Falso. ¿Desde cuándo y dónde en el mundo el hombre puede comer cinco veces
al día? La respuesta desmonta el mito de comer cinco veces al día. Hay que
tener en cuenta que esta afirmación refuerza la tendencia moderna (en el primer
mundo) de basar la ingesta calórica en alimentos con una alto contenido en
hidratos de carbono refinados (cereales) y lácteos, alimentos que no provocan
sensación de saciedad pero hacen subir muy rápido los niveles de glucosa en
sangre. Estudios recientes afirman que comer de dos a tres veces al día o
incluso una vez al día actúa de modo muy beneficioso sobre el bienestar digestivo
y la calidad de vida de la persona.
2. La grasa engorda. Falso.
Los alimentos ricos en grasa como el pescado, el aceite de oliva o la carne de
calidad son fundamentales para el bienestar de la persona ya que, por un lado,
aportan grasas de calidad fundamentales para favorecer el funcionamiento
hormonal de la persona (hormonas esteroideas) y, por otro lado, para reparar y
mantener estructuras como las membranas celulares, especialmente en el cerebro,
en los ojos y en los nervios que son tejidos eminentemente grasos.
Además, las grasas como los
hidratos de carbono son la fuente principal de calorías en la dieta pero, a
diferencia de los primeros, las grasas producen sensación de saciedad y, por lo
tanto, actúan como reguladores del equilibrio hambre-saciedad.
3. Hay que comer antes de
hacer deporte. Falso. Estudios científicos demuestran que moverse con niveles
bajos de glucosa en sangre es más fácil (neurológicamente hablando) que con
niveles altos de glucosa en sangre (después de comer). Además, hacer deporte en
ayunas o ayuno estratégico (3,5 horas o más después de la última ingesta de
alimento sólido) favorece la activación de los mecanismos que favorecen la
transformación de grasa en energía y, por lo tanto, regulan el peso, pero sobre
todo garantizan una mejor calidad muscular. Esta consideración merece algunas
precisiones si hablamos de deporte de larga duración o a nivel profesional.
4. Es bueno cenar fruta.
Falso. Hay dos argumentos que desmontan que una cena óptima o ligera a base de
fruta sea una buena opción. El primero es que el proceso digestivo de la fruta
es una fermentación que, dado el alto contenido en azúcares de la fruta produce
ciertas cantidades de alcohol que durante la noche condicionan una disminución
de la capacidad de desintoxicación del hígado. El segundo argumento es más
energético: según la medicina tradicional china, el cuerpo por la noche debe
tener calor dentro y la fruta enfría (por su naturaleza) el estómago,
provocando en muchos casos sensación de hinchazón abdominal (justo después de
comer). Esta situación es especialmente frecuente en personas con una baja
capacidad de producir ácido clorhídrico en el estómago o aquellos que toman
regularmente antiácidos.
La fruta puede
provocar por la noche hinchazón abdominal
5. La fruta se come después
de las comidas. Falso. Comer fruta después de las comidas hace que el estómago
se vacíe antes de completar su parte del proceso digestivo de la proteína y de
las grasas, con lo que éstas pasan menos digeridas al intestino delgado
aumentando el trabajo a realizar por los enzimas pancreáticos y las sales
biliares, y en la mayoría de casos condicionando procesos digestivos parciales
que favorecen la presencia de procesos de fermentación y/o putrefacción
intestinales.
Esto se debe a que el
estómago permanece cerrado el tiempo que necesita estar en el estómago el
último alimento ingerido. El ejemplo que ilustra este hecho es el que se da en
grandes comilonas comunitarias, como por ejemplo, bodas y bautizos, en las que
se incluye un sorbete a media comida para favorecer que el estómago se vacíe y
que así se pueda seguir comiendo. Lo que es desde el punto de vista digestivo
una atrocidad, condicionando un proceso digestivo muy pesado que todos hemos
experimentado en un momento u otro de nuestra vida.
6. El azúcar da energía.
Verdadero. El asesor nutricional comenta que esta afirmación es cierta pero con
matices: es cierto que el azúcar o los azúcares dan energía ya que se absorben
muy rápidamente y aumentan los niveles de glucosa circulante fácilmente,
transformable en energía a nivel celular. Lo que sucede es que esta energía se
consume muy rápidamente y en ese momento volvemos a tener sensación de hambre.
Por otro lado, el exceso de
glucosa en sangre es tóxico y la glucosa que no se transforma en energía en el
momento es llevada por la insulina al hígado para ser transformada en grasa que
se acumula primero en el hígado y luego en los adipocitos. Si este fenómeno se
mantiene en el tiempo, condiciona evidentemente obesidad pero también fatiga en
el páncreas y posteriormente diabetes porque cada vez es necesaria más insulina
para conseguir el mismo efecto. Este fenómeno se conoce como resistencia a la
insulina y está en el origen de la mayoría de enfermedades modernas.
7. La leche es buena. Falso.
No hay ningún estudio científico formal que demuestre los beneficios de la
leche más allá de la época de la lactancia en los mamíferos. Jesús Domínguez
comenta que «no es el momento de hablar de los perjuicios de la leche pero sí
que habría que hacer una reflexión acerca del aumento progresivo de consumo de
lácteos en la población del primer mundo y, sin prohibirlos, sí evitar su
consumo excesivo, especialmente en ciertas fases de la vida».
No hay comentarios:
Publicar un comentario