Cuando se habla de los efectos que produce el café todo el mundo valora ante todo dos cosas: que al contener cafeína mejora el ánimo despejando la mente y que si se toma en cambio poco antes de dormir puede producir insomnio pero lo cierto es que se trata de un producto que contiene un millar de moléculas bioactivas, muchas de las cuales tienen a las dosis adecuadas propiedades beneficiosas aunque pueden ser tóxicas en exceso. Lo que no es beneficioso en modo alguno es la ingesta de bebidas ricas en cafeína -a muchas de las cuales se le han añadido además sustancias pretendidamente terapéuticas- a pesar de lo cual se están consumiendo masivamente por la irresponsable dejación de las autoridades.
Un grupo de investigadores
del Queen’s Medical Research Institute de Edimburgo (Reino Unido) dirigido por
Robin Poole publicó en 2017 en British Medical Journal un trabajo con el título
“Consumo de café y salud: amplísimo metaanálisis de sus variados efectos sobre
la salud”. Se trata de un trabajo que valoró las conclusiones de ¡201
metaanálisis! realizados en todo el mundo sobre la incidencia del café en la
evolución de muy distintas enfermedades siendo la principal conclusión que
ingerir hasta 4 tazas diarias se asocia a una menor mortandad -por todas las causas-
respecto a quienes no lo toman. Es más, se postula que ingerir suficiente
café reduciría el riesgo de padecer patologías cardiovasculares, metabólicas,
hepáticas y neurológicas así como el de sufrir cáncer aunque en el caso de las
embarazadas aumenta el riesgo de parto prematuro y de aborto así como de que el
bebé nazca con bajo peso y sufra osteoporosis en la madurez.
Un año después -en 2018- un equipo del National Institutes of Health dirigido por la Dra. Erikka Loft, corroboraría parte de esas conclusiones al analizar los datos del estudio británico UKBiobank -publicado en Journal of the American Medical Association Internal Medicine- que se efectuó sobre 9.200.000 de personas entre las que se seleccionó a 502.641 con 57 años de edad media de las que el 78% eran bebedoras habituales de café y tras controlarlas entre 2006 y 2016 comprobaron que la mortandad general era menor entre ellas; incluso entre las que bebían hasta 8 tazas de café diarias, fuera éste normal, descafeinado o instantáneo. Dato importante éste último porque indicaría que el descenso de la mortandad no se debería a la cafeína.
De hecho, ya había
comprobado eso mismo tres años antes un numeroso grupo de expertos en
enfermedades cardiocirculatorias de distintas universidades coordinado por el
doctor de la Harvard School of Public Health de Boston (EEUU) Ming Ding, evaluar
los datos femeninos del NHS-1 (Nurses Health Study 1) y el NHS-2 así como los
masculinos del Health Professionals Folow-up Study. Hablamos de los datos
conjuntos de 4.609.072 personas a las que se siguió durante un año muriendo
durante ese tiempo 19.524 mujeres y 12.432 hombres. Los datos no reflejaron
asociación lineal directa entre consumo de café y supervivencia pero se observó
que el riesgo de muerte entre los consumidores de 1 a 3 tazas diarias era menor
que entre los no consumidores. Según concluyeron en el trabajo - publicado en
2015 en Circulation- ese consumo moderado protege igualmente de las muertes por
accidentes cardiovasculares, problemas neurológicos y suicidio. Y lo singular es
que así ocurre tanto entre quienes toman café normal -natural o tostado- como descafeinado.
Todo indica pues que las
principales propiedades terapéuticas del café -al menos en lo que a mayor
longevidad se refiere- no están en la cafeína sino en la sinergia de sus
más de 1.000 moléculas bioactivas, muchas de las cuales se sabe que son
antioxidantes, antiinflamatorias y hasta antitumorales; propiedades, eso sí, que
en buena medida dependen del tratamiento que se haya dado a las semillas, del
grado de madurez en el momento de la recolección, del grado de molienda, del
tipo de extracción, de si se ha tostado o no y con qué intensidad y de la
microbiota que llevan.
Ahora bien, hay también
trabajos que indican que el café puede ser negativo… aunque con matices. En
2009 los doctores de la Radboud University de Holanda N. P. Riksen, G. A.
Rongen y P. Smits reconocieron que el exceso puede provocar hipertensión al
aumentar la segregación de norepinefrina e incrementar la concentración plasmática
de colesterol y homocisteina así como la rigidez de las paredes arteriales pero
de forma aguda por lo que no aumentaría a largo plazo el riesgo de sufrir
accidentes coronarios; su trabajo apareció en Pharmacology & Therapeutics.
EFECTOS DEL CAFÉ
En la depresión. Un
amplio equipo de la Harvard School of Public Health de Boston (EEUU) coordinado
por el Dr. Michel Lucas siguió durante 10 años a 50.739 mujeres de 63
años de edad media sin síntomas depresivos y transcurrido ese tiempo
constataron que hubo entre ellas 2.607 diagnósticos de depresión habiendo
ligeramente más casos entre las que no consumían café o lo hacían solo
ocasionalmente que entre las que consumían tres o más tazas diarias; el trabajo
se publicó en 2011 en Archives of Internal Medicine.
Un metaanálisis sobre 12
estudios publicados que valoraron en total a 346.913 personas entre las que
hubo 8.146 casos de depresión y encontraron una relación no lineal que indica que
consumir café ayudaría a no deprimirse para lo cual bastaría ingerir el
equivalente a 400 mililitros diarios, es decir, dos tazas grandes de café.
En la diabetes ,una
revisión sistemática en el que analizaron 9 artículos publicados en distintas
revistas que siguieron en total a 193.473 personas entre las que había 8.394
casos de diabetes tipo 2 (antes denominada Diabetes Mellitus no
insulinodependiente). Pues bien, comprobaron que la enfermedad afecta un 50%
menos a los bebedores de más de seis tazas de café que a los que consumen menos
de dos infiriendo de ello que disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo
2.
En la obesidad, varios ensayos clínicos en los que se dio 100
miligramos diarios de cafeína tanto a personas con peso normal como a obesos
comprobándose que el gasto energético de ambos grupos seguía siendo luego similar
y aún, así entendieron que la cafeína provoca termogénesis y es pues útil para
tratar
la obesidad.
En las patologías
neurodegenerativas. un trabajo in vitro sobre los efectos del
café en neuronas cultivadas y constataron que un extracto de trigonelina
-alcaloide presente en él- potencia el crecimiento de las dendritas y los
axones por lo que beber café puede ser eficaz para tratar las patologías
neurodegenerativas.
Cabe agregar que un grupo de
la Universidad de Copenhague (Dinamarca) dirigido por A. T. Nordestgaard ha
publicado en septiembre de 2019 en Journal of Internal Medicine un estudio tras
seguir a 104.493 personas de ambos sexos durante 8 años y según aseveran consumir
café a diario reduce el riesgo de desarrollar cálculos biliares entre un 7% y
un 23%.
Fuente: Discovery Dsalud
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