martes, 8 de junio de 2021

LA OSTEOPATIA Y LAS RELACIONES ENTRE LA PATOLOGÍA SUBOCCIPITAL Y LOS TRASTORNOS TEMPOROMANDIBULARES


 Recordemos que la Osteopatía es una de las terapias naturales más usadas y reconocidas a nivel clínico. Su esencia integradora la convierte en una terapia que cura alivia y sobre todo previene la aparición de enfermedades.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) considera la Osteopatía “una profesión sanitaria de primera intención e independiente de otras”, es decir, que sus profesionales, los osteópatas, trabajan la salud de los pacientes y pueden ejercer sin necesidad de que el paciente venga derivado por otro profesional de la salud. 

La Osteopatía, referenciada como medicina por la OMS (Organización Mundial de la Salud), está reconocida en países como EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Portugal, Francia, Suiza o Gran Bretaña, pero, la Norma Europea UNE, aprobada por el Centro Europeo de Normalización (CEN), no está implementada en España, a pesar de estar publicada en el BOE (Boletín Oficial del Estado) desde enero de 2019.

La osteopatía es una disciplina terapéutica basada en la anatomía y fisiología del cuerpo humano y es una de las terapias más completas dentro de todo el grupo de Terapias Naturales, ya que además de comprender la mayoría de los problemas y enfermedades que manifiesta en el cuerpo físico, también tiene tratamientos ideales para poder mejorar algunos aspectos emocionales y psíquicos que causan diferentes patologías.

LA OSTEOPATIA Y LAS RELACIONES ENTRE LA PATOLOGÍA SUBOCCIPITAL Y LOS TRASTORNOS TEMPOROMANDIBULARES

Un estudio realizado por dos osteópatas Sevillanos en el año 2014: por Don Francisco Miguel Cocera Morata (PT,PhD, DO), y Don Cleofás Rodríguez Blanco (PT,PhD,DO).

Objetivos:

Explicar la relación existente entre las disfunciones a nivel suboccipital y los trastornos temporomandibulares  (TTM)  que  se  presentan  en  la  articulación  temporomandibular  (ATM),  así como los cambios que se producen en ambas estructuras tras la aplicación de diferentes técnicas de osteopatía descritas en la bibliografía consultada.

Material y métodos:

Las bases de datos consultadas para la obtención  de  artículos  y  estudios fueron Medline, Cochrane, Teseo y ScienceDirect. Se han incluido aquellos textos que aportaban información  relevante  dentro  del  campo  de  la  osteopatía,  así  como  artículos  de  autores  de relevancia para sustentar aún más la revisión, dado el escaso número de estudios que se manejan en la actualidad al respecto. 

Resultados:

En esta revisión encontramos 41 estudios y artículos en referencia a la ATM, de los cuales  12  estudios  no  tenían  grupo  control  o  eran  casos  clínicos  aislados,  y  fueron  descartados,  por  lo  que  consideramos  a  los  29  estudios  restantes;  de  éstos,  9  describen  la  incidencia  de  la  patología cervical, patología de la ATM y relaciones entre ellas; 8 describen el diagnóstico de los  TTM;  9  versan  sobre  la  relación  entre  el  tratamiento  con  diferentes  técnicas  del  segmento suboccipital  y  3  explican  las  relaciones  entre  el  tratamiento  de  la  región  mandibular  y  sus  resultados sobre ella.

Conclusiones:

Tras el análisis de los artículos seleccionados, encontramos resultados favorables a la  aplicación  de  técnicas  suboccipitales  en  relación  a  los  trastornos  temporomandibulares,  ya que  se  han  apreciado  significaciones  estadísticas  en  los  estudios  expuestos,  lo  cual  hace considerar  a  las  técnicas  de  la  región  suboccipital,  como  procedimentos  de  elección  para  el tratamiento de las disfunciones TTM.

INTRODUCCIÓN 

La patología  cervical  y  la  patología  cráneo-mandibular  (CM)  presentan  una  gran  incidencia  en nuestra sociedad. Pinto-Meza describió la prevalencia de  la  patología  cervical,  y  estimó  (en  2006)  que  el 14,7%  de  la  sociedad  española  sufrió  algún  tipo  de dolor  cervical  crónico  en  los  últimos  12  meses,  cifra que  aumenta  hasta  el  23,7%  cuando  se  calculaba  la prevalencia-vida.

Además, en  este  caso,  las  mujeres presentaron  una  prevalencia  mayor  que  los  hombres tanto en dolor cervical en los últimos 12 meses (18,2% frente al 11%) como en prevalencia-vida (29,4% frente al   17,7%).   Rodríguez-Ozores y Bermejo Fenol  reportan   que   la        prevalencia   de   los   Trastornos Temporo-mandibulares (TTM) de la   Articulación Temporo-mandibular  (ATM),  estaría entre  el 20%  y  el 40%  de  la  población  y  que  entre  un  40-75%  de  la población  presenta  o  ha  presentado  algún  signo  de disfunción de la ATM.

Otros estudios describen valores elevados de  prevalencia de estas alteraciones. En una muestra de 1.201 sujetos, con edades comprendidas  entre  los  15 años  en  adelante,  se  informa de  valores  altos  de prevalencia  (31,89  %),  con  síntomas  compatibles  con los TTM; en el  47,3 % de la población se evidenciaron signos   clínicos   sugerentes   de   estos   trastornos.

También    podemos    destacar    en    este    estudio    el incremento  de  porcentaje  de  TTM  según  avanza  la edad del paciente, pero cabe destacar que la horquilla varía  desde  un  26,85%  en  pacientes  de  15-19  años, pasando  por  el  57,14%  en  pacientes  de  entre  50-59 años, hasta llegar al 69,16% en pacientes de 70 años en  adelante.  Es  interesante  destacar  nuevamente  la mayor  incidencia  sobre  el  sexo  femenino  (49,08%) frente al masculino (44,78%).

En   el   estudio   de   Hormiga   Sánchez se observa una prevalencia de uno o más signos clínicos de   TTM   en   el   63,5%   de   la   muestra,   siendo   el chasquido  articular  y  el  dolor  a  la  apertura  los  signos más   recurrentes,   con   un   33,10%   y   un 33,33% respectivamente.   Encuestas   realizadas   dan   una presencia  de  ruidos  en  la  ATM  en  un  50%  de  la población,  mientras  que  Dworkin cifra  entre  un  3%  y un 7% los pacientes que buscan ayuda profesional.

Dichas patologías  afectan  a  la  globalidad  de los   pacientes   ya   que   se   interrelacionan   estos segmentos   desde   un   punto   de   vista   neurológico, articular,   vascular   y   muscular.  La   alteración   en   el sistema   estomatognático   puede   repercutir   sobre   la estática,  la  postura,  la  biomecánica,  y  por  lo  tanto sobre la salud del paciente.

Claros  ejemplos  de  esta  interrelación  cervical-craneal,  es  el  estudio  de  Hormiga  Sánchez donde, además  de  los  datos  de  prevalencia  de  uno  o  más síntomas  de  TTM,  se  desprenden  datos  de  aparición de   síntomas   cervicales   en   la   valoración   de   la musculatura   cervical,   donde   se   interpreta   que   la prevalencia  de  dolor  leve,  moderado  o  severo  a  la palpación en la musculatura del cuello fue de 82,0%. El músculo  más  afectado  fue  el  esternocleidomastoideo (recordemos  su  inervación  por  el  nervio  espinal  (XI)  y su  estrecha  relación  con  el  segmento  C0- C1-C2);  la presencia de puntos gatillos en el cuello se advirtió en 76,2%  de  los  casos;  en  el  18,5%  de  ellos,  se  apreció alteración en la postura cervical.

En  relación  con  la  movilidad  del  cuello,  el 36,0%  presentó  limitación  leve  en  algún  movimiento del   cuello. Al   evaluar   la   relación   entre   signos   y síntomas   de   TTM   con   las   condiciones   músculo-esqueléticas cervicales,   se   encontró   asociación estadísticamente  significativa  entre  la  presencia  de algún  signo  o síntoma  de  TTM  con  el  dolor  y  la presencia de puntos gatillo en el cuello (p<0,001).

Asimismo  hubo asociación  entre  el  dolor  del cuello moderado-severo y el ruido articular (p= 0.017) y la presencia de dolor en la musculatura facial evaluada (p<0,05).

Visscher menciona también una fuerte coexistencia  entre  las  afecciones  CM  y  cervicales, reportan datos del 13% al 31% de trastornos cervicales en  pacientes  sin  patología  CM,  elevándose  esta  cifra hasta el 58% al 70% en el caso de los pacientes que si tenían algún tipo de patología CM.

Por     otro  lado,  las  relaciones  del  segmento occipital-atlas-axis  y  sus  repercusiones  sobre  la  ATM podrían explicarse gracias a:

1. Nervio Espinal (XI):

1.1  Las neuropatías de compresión de este nervio son  responsables  directas  del  tono  de  los músculos  trapecio  superior  (con  repercusión directa  sobre  el  occipital)  y  el  ECOM  (con repercusión   sobre   la   sutura   occipito-mastoidea  y  el  temporal) con  lo  que  una disfunción   de   este   puede   justificar alteraciones   en   el   tono   muscular   de maseteros,   temporales   y   estructuras   del agujero rasgado posterior.

1.2 Las  causas  más  frecuentes  de  desorganización   neurológica   a   este   nivel   son   las disfunciones  somáticas  del  segmento  C1-C2-C3.

2.     Nervio Hipogloso (XII):

2.1. Nervio  exclusivamente  motor  que  inerva  los músculos   de   la   lengua   y   los   músculos infrahioideos   (inervados   por   el   asa hipoglosa).

2.2. Su  rama  descendente  se  anastomosa  con  el plexo cervical profundo surgido de las raíces de   C2-C3   con   el   fin   de   formar   el   asa hipoglosa,  así  pues  las  disfunciones  a  este nivel   deben   de   ser   corregidas   de   forma imperiosa,  ya  que  la  facilitación  neurológica puede   ser   origen   de   desequilibrios estomatognáticos.

3. Interdependencia   craneal   y   estomatognática según el esquema de Brody.

4.    Núcleo caudal del trigémino situado en la materia gris espinal a nivel de C1-C3.


RESULTADOS

Los   Trastornos   temporomandiculares:   La  Asociación Dental Americana define los TTM como una serie   de   condiciones   dolorosas   que   afectan   a   las estructuras  dentales  y  orofaciales,  diferenciadas  por  la extensión del daño muscular y/o articular. Controversia que  surge  con  posteriores  definiciones  sobre  los  TTM según   refleja   el   profesor   Celtic en   su   trabajo, considerándolos como el conjunto de síntomas y signos presentes en el sistema masticatorio. Son un grupo de padecimientos con  signos y síntomas similares: dolor, sonidos  articulares,  movimiento  mandibular  limitado, traumatismo,  dolor  facial,  mareos,  etc. 

También  se considera  un  trastorno  psicofisiológico,  aunque  las variables   psicológicas   y   psicosociales   no   se incorporan  habitualmente  a  los  esquemas  utilizados para el diagnóstico del TTM. Esta expresión permite la inclusión  de  la  ansiedad,  la  depresión  o  el  estrés debido a la presencia de dolor crónico o dolor crónico disfuncional. Por lo tanto, los TTM pueden ser también reconocidos  por  la  presencia  de  estados  de  dolor crónico  de  cabeza  o  de  espalda  que  impactan  en  la salud   del   sujeto   provocando   la   interferencia   y   la limitación  de  las  actividades  cotidianas  del  individuo causado por el dolor.

Así  pues,  de  una  forma  casi  consensuada,  se  hace una clasificación de los TTM que sirve para facilitar el diagnóstico y la interpretación de la sintomatología del paciente:

a)  Los  factores  predisponentes  son  alteraciones  que están presentes y, que en un momento dado, pueden por  sí  solos  o  asociados  ser  desencadenantes  de  los TTM.   Incluyen   características:   estructurales, neurológicas, vasculares,  hormonales  y  metabólicas individuales; además, estos factores pueden aumentar las cargas articulares, por ejemplo, la psoriasis puede predisponer  a  cambios  artríticos  sistémicos,  pudiendo éstos  darse  en  la  articulación  temporomandibular.  El hipotiroidismo  puede  predisponer  al  paciente  al  dolor muscular.

b)  Los  factores  desencadenantes  son  aquellos  que pueden,   en   un   momento   dado,   originar   estos desórdenes de la ATM. Generalmente pueden dividirse en cuatro categorías:

(1) Trauma externo de gran intensidad en la cabeza, cuello o mandíbula.

(2)  Trauma  externo,  repetitivo  y  de  baja  intensidad como  mordisqueo  de  uñas,  chicles  o  lapiceros, incluso   en   intérpretes   de   violín   por   la   posición necesaria para la práctica de este instrumento.

(3)  Trauma  interno,  repetitivo  y  de  baja  intensidad, como bruxismo o apretar los dientes.

(4)  Stress  que  sobrepasa  un  cierto  umbral  (que puede ser individual para cada paciente).

c)  Los factores  perpetuantes  o  contribuyentes  son aquellos   que   ayudan   a   la   continuación   de   los síntomas.   Como   ejemplo   se   pueden   incluir enfermedades   sistémicas   subyacentes   y   patología crónica de la columna cervical. Estas tres categorías se suelen   solapar (lo   que   puede   ser   un   factor predisponente   en   un   paciente),  y   en   otro   puede suponer   un   factor   perpetuante   o   incluso  desencadenante. 


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